MI VIAJE A MONDARIZ

CRÓNICA

Mucho podía mejorarse la incomodidad del viaje si los trenes fuesen slipeen card, los coches automóviles y por añadidura gratis como diz que son en el extranjero para los que viajan de gorra...

Dejar el tren en Porriño después de hora y media de enchiqueramiento y traqueteo y luego cuatro horas de coche por polvorienta y mal cuidada carretera desgastada por el continuo ir y venir de carruajes y ya nos hallamos muy próximos al término del viaje.

No es la primera vez (ni espero sea la última) que doy este paseíto puramente por sport y recreo..., ¡exactamente que un burgués espléndido!

Conozco la ruta; como viejo caminante acostumbrado estoy a los trasteos del viaje que no me hacen mella; nada me asombra, nada me arredra, ni los campos floridos o agostados, según la época del año, ni las abruptas montañas, ni los horrendos precipicios, ni el aspecto cetrino a veces del horizonte, ni el alegre y juguetón conjunto en día claro y hermoso.

Todo lo veo con la plácida dicha que da el bienestar, el pan asegurado y el pollo y salchichón y el resto del condumio, que no solo de pan vive el hombre y es menester agregarle algo agradable al paladar y al estómago que constituya un buen Viático para hacer el viaje más bello, la vida más grata, el porvenir (al acercarse la hora de la comida sobre todo) más risueño.

Llego a Mondariz, a mi siempre apreciable Mondariz, y apenas si lo conocía ¡me lo habían cambiado!

Mama Naturaleza se acostó una noche de muy mal talante e incomodada sin duda por la falta de equidad y de justicia que observa entre sus hijos, presa de horrible angustia rompió a llorar y no cesó en toda la noche; ¡que noche horrible de histérica y lujuriosa! retorciéndose quejumbrosa y sin poder dominarse vertía agua y más agua sin calcular el daño inmenso que hacía, destruyendo todo, borrando todo, arrasándolo todo, arruinándolo todo; ya no tendréis de que quejaros... pensaría; y tal resultó que al amanecer tristón del día siguiente, los sorprendidos vecinos no se daban cuenta de tanta desolación y desventura, y con ojos espantados miraban la corriente impetuosa llevándose todo...

La crecida del río fuera como jamás se recordaba, y puentes viejecitos, antiquísimos, seculares, romanos, árboles corpulentos, añosos, milenarios, arrancados de cuajo...

La vega inundada y la finca del Sr. Peinador; fuertes murallas y recias verjas de hierro destruidas; deshecha la carretera ¡el caos!

Cuadro desolador, aspecto de furia que sume a los amables hijos de Mondariz en honda tristeza...

La labor de tantos años, los cuidados de tantas hacendosas manos, allá se fueron y así es la vida en todo, como la historia, que siempre se repite...

Mis buenos amigos de antaño me recibieron como siempre, con su habitual cariño y franqueza ¡pero que tristes!

Hasta las propias fuentes de aguas salutíferas llegó parte del desastre, y había que prescindir por esta vez de aquellas exquisiteces sibaríticas llevando el vasito y azúcar y limón para tomarse en la misma fuente el más rico y apetecible de los refrescos. ¡Como recordaba yo aquellas expansiones, aquellos pasatiempos tan naturales que parecían de familia comiéndonos un papelón de dulces al pie del caño y rociándolos con sendos tragos de la preciosa agua, con azúcar y limón!

Y así como iba de alegre y satisfecho para el Mondariz de mis buenos recuerdos y amigos, torné a mi hogar, triste como ellos, pensando en la fragilidad de las cosas humanas y deseando para el próximo año encontrarlo como otras veces, como tantas veces, alegre, encantador, risueño y bullicioso.

Por la versión de J.G.

D.

LOS DOS CURDAS

Que me dejes y te vayas...
¿l’oyes ya Don Pascualillo?
mira que me voy cansando
y se me sube el vinillo
y si me sobro ¡ahí es nada!
te voy a dar una torta
de maíz con ensalada...
-¡Jesús! que cosas me dices
¡uf! y que cara me pones
¡¡si tienes los pantalones
del color de l’avellana!!
-Vamos vete, y déjame de sermones,
que te largo dos capones
con la punta de la pea...na.
-¿Quieres una copa lila?
-¿De ti? ¡Ni de champaña!
-¡Adiós! conde Romanones.
cómprate otros pantalones
que no sean de avellana
que no me gustas así;
y yo dejo de ir con ti.
-Mialas ¡por estas! Manolo
y apártate del camino
y no tropieces con mi,
porque me subo de tono
en mitad de la cabeza
un golpe de berbiquí.
¡Atuza! pero este tío
s’esta riendo de mi.
-¡Largo ya, borracho ebrio!
si no quieres que me enrede
y haga contigo un ovillo
de algodón hilao... y
te ponga los carrillos
unas miajas coloraos.
-No te sulfures Manolo
toma un trago de vinillo
y vente a bailar al sarao,
que todo ha sido una broma;
¿vamos a seguir la mona...
la mona, con el Pintao
quiero decir, digo,
con aquel que han retratao?
-Esas canciones son otras
y sin salirse de tono
yo te convido so mono
por lo mono qu’has estao.
-Tira p’adelante so li a!
-¡Anda tú D. Pascualillo!
¡que se me vierte el vinillo!
-¿Pues no estaba taponao?
-Eso dicen pero quiá,
si l’habían descorchao
antes d’entrar tú ¡so primo!
-Bueno, pues eso es un timo
que vosotros m’habéis dao
-Será todo lo que quieras
y si no vienes te quedas,
con que hasta luego lipendi...
-Espera, que no me quedo
que me huele bien el vino
y sus voy a acompañar,
quiero decir, digo,
que me voy a emborrachar

D.C.

Septiembre 1912

Con igual brillantez de años anteriores, a que nos tienen acostumbrados los jóvenes de Beluso, pudieron al fin celebrarse dignamente las fiestas que la juventud de la pintoresca y vecina parroquia dedica a su excelsa patrona la Virgen del Carmen.

Los elementos, más benignos que el domingo anterior, favorecieron con un día espléndido los brillantes festejos que tuvieron lugar el domingo 6 del corriente.

A las ocho de la mañana hizo su entrada por Bueu una brillante colectividad musical, tocando alegres pasodobles con admirable afinación.

Luego recorrieron la parroquia juntamente con las gaitas del país, tocando bonitas dianas.

De las parroquias cercanas vino considerable contingente que prestó inusitada brillantez al animado paseo que tuvo lugar en las cercanías del atrio. Allí hemos visto muchísima gente conocida, de todos estos alrededores.

La tradicional entrada de las juventudes de Cela y Aldán, constituyó la nota típica. Hízoseles un espléndido recibimiento, siendo obsequiadísimos los simpáticos jóvenes por sus compañeros de Beluso. Todos reunidos, precedidos de las músicas, se dirigieron al atrio en donde se bailó mucho no decayendo la animación hasta muy cerca de la madrugada.

Al anochecido se iluminaron profusamente, a la veneciana, el atrio y sus cercanías; las músicas y gaitas del país dejaron oír su variado y selecto repertorio y en los intermedios se dispararon cohetes, quemándose varias figuras de artificio y elevándose al espacio caprichosos globos.

Damos la enhorabuena más cordial a sus organizadores y les alentamos para que su animación no decaiga y que el año próximo todos y sin distinciones den gallarda muestra de sus entusiasmos y hagan con la misma brillantez los festejos, en donde la gente moza se solaza a sus anchas.

***

El domingo pasado tuvieron remate los festejos con vistosas cucañas y lucida verbena.

La gente que concurrió en abundancia a presenciar las variadas fiestas quedó complacidísima, despidiéndose hasta el año venidero y haciendo votos para que se orillen pequeñas diferencias, hijas del buen deseo y del entusiasmo de sus vecinos, pero que no dejan de ser nota discordante y por consiguiente de mal efecto.

Nos permitimos aconsejar a la juventud buenense imite el plausible entusiasmo de sus vecinos y dejando pueriles caprichos y rencillas de poca monta, hagan también unos festejos dignos de la fama que alcanzaron el año pasado. Medios tienen para ello sobrados.

Es un extremo lamentable aparezcan desunidos a los ojos de las parroquias limítrofes que rivalizan en entusiasmos cuando de festejos se trata.

Historia que parece cuento.

Dícennos, y la noticia es de muy buena tinta, tinta de calamar negra, legítima, marca registrada, que muy pronto se abrirá en esta población un nuevo comercio exclusivamente de cosas de deshecho, ropa vieja y antigüedades, y acaso por esto, por si acuden al establecimiento muchos extranjeros, se hablará francés.

Las cosas grandes, empiezan por cositas pequeñas y he aquí el origen de este nuevo establecimiento, contado por una linda y lista muchacha, rubia como el oro, aguda como el pensamiento, si que también fámula. Oigámosla:

In illo tempore (parece que fue ayer) pasó en este pueblo una temporada, en una finca ad hoc, que justamente había desalquilada en un Penedo arrendándola a buen precio, una gala familia de muy buenas costumbres, fama y conducta, y al marchar quiso hacer donación de algunas prendas a una viuda. La muchacha quedó encargada de cumplir la voluntad de los señores franceses, pero el dueño de la finca, anticipándose, había agazapado bajo una piel de zorro (vulgo zamarra) las susodichas prendas, una chaqueta y un chaleco, pensando ya en establecer la prendería...

La chica rebuscó y encontró los objetos escondidos por el gran galopinazo, pero éste al llegar a casa y encontrarse sin ellos, volvió rápido y con gran san façon como correspondía a un medio afrancesado, acaso para guardar perpetuamente un recuerdo de la buena familia, hacho un oloroso narciso y requirió a la pobre chica la inmediata entrega...

Galopinada o zorrería, o bien las dos cosas, he ahí sin aumentar ni disminuir la historia que nos contó la linda y lista muchacha rubia como el oro y aguda como el pensamiento... ello es que con tal motivo, la chaqueta y el chaleco no llegaron a manos de la viuda para quien estaban destinados, pero tendremos en Bueu nuevo negocio, lujosa trapería, donde el parroquiano que vaya a probar prendas cuelga su chaqueta y chaleco... el caso es que no salga en mangas de camisa...

On parle française, no hace falta intérprete; para esta verídica narración desde luego.

Latiguillo

En la tarde del domingo último día 13, celebráronse en la playa de Beluso unas animadas regatas asistiendo a ellas muchísima gente de Bueu.

A las cinco llegaron los jóvenes del barrio de Bon capitaneados por el joven Manuel Casal, y precedidos de una gaita, recibiéndoseles con bombas y música.

Poco después, y en una batea, embarcó el jurado compuesto del Contramaestre del puerto D. Andrés Charlón (por delegación del señor Ayudante de marina), y los señores D. Francisco y D. José Garrido, D. Ramón Barros y D. Ramiro Budiño, embarcándose también la música, que, durante el espectáculo tocó diferentes piezas.

Lucharon las traineras Carmencita y Celia patroneadas respectivamente por Angel González y Antonio Davila; venció la Carmencita.

Botes de José Corredoira de Beluso que llevó el premio, y de José Leal y Francisco Garrido.

Dornas de Ramón Piedras de Beluso premio, y la de Narciso Rodríguez.

Chalanas de Benito Núñez premio, y de Francisco Fariña.

Terminó la fiesta cerca del anochecer, encendiéndose entonces hermosa iluminación a la veneciana que igualmente lucía la barcaza del tribunal en el mar, siendo el efecto fantástico; contribuyendo a recargar el cuadro, los hermosísimos cohetes de preciosas luces y combinaciones y las armonías musicales.

Fue una velada verdaderamente agradable, y ufanos y satisfechos pueden estar sus organizadores, pues hasta la placidez del día contribuyó a dar explendidez a la fiesta.

Así empieza una canción que fue muy popular y muy madrileña, que derrocha gracia y donaire y sal por todas partes y que a nosotros aún nos entusiasma y hace hervir la sangre... torera que Dios nos ha dado.

Pero maldito, en cambio, la gracia que tendrán estos desaborios renglones hechos a escapar y a título de satisfacción... ¡Caballeros no hay que empujar! dice uno cuando le aprietan mucho. ¡Caballero no hay que reclamar sin razón ni motivo! digo yo ahora. La noticia dada en el último número con el título "Cosas de chicos" molestó, por lo visto a los papás de las criaturas; el nene, estamos seguros, se reiría lo indecible. Pero vamos a cuentas, ¿en que cabeza cabe que por decir lo que se dijo se lastimaba nadie? La idea era más bien avisar a los padres para que no dejen a sus chicos tanto tiempo solos por esas calles, pues ya sabemos todos que los chicos son el mismo diablo y solo diabluras se les ocurren.

Que fue una barbaridad del rapazote tirar la cuchilla al tierno infante, ¿quién lo duda? ¿pero para que éste había de tentar la paciencia al otro?

Haya pues paz, tranquilidad, sosiego, no juzguen mal al señor reporter, que, después de todo cumplió con su deber y no se metió con nadie y bien suave estuvo. Pelillos a la mar y dele un abrazo al Director que bien lo merece.

***

-¡Ay! ¡ay! ¡ay!
-¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?
-Nada, que me he caído de un nido.
-¿Pero es Vd algún gorrión?
-No, señor, nada de eso; lo que hay es que al leer el artículo de Catinga del último número de El Adelanto creí que el señor Alcalde se apresuraría a dar órdenes terribles, terminantes de exterminio implacable y feroz de tanto inútil cachibache como hermosea e higieniza el pueblo por todas partes y... mi gozo en un pozo, por eso decía que me he caído de un nido, y eso que había ofrecido una vela a Santa Rita y una lámpara a la empresa de la luz ¡pero que si quieres!

¡Pero vamos! algo debió de ordenar pues algo vimos de novedad; pero no basta, es necesario que todos cumplan, que no haya privilegios...

Y a propósito señor alcalde si Vd. quisiera, digo, si Dios quiere que haya buen tiempo para nuestro señor patrón San Martín, puede que resulten unas fiestas de invierno regulares con música y gaitas y ¡pume! a la matina, ¡pume! al mezogierno, y ¡pume! a la zera... que dicen los italianos, es decir siempre ¡pume! fuegos a todas horas; pues bien, señor alcalde, alcaldito (así dulce, a ver si se ablanda) pocos días faltan y si S.S. quiere puede mandar limpiar el pueblo y retirar todos los estorbos, y multa sobre multa hasta doblar el presupuesto, que buena falta hacen los cuartos para arreglar esos caminos y no sabe Vd. bien lo alto que lo pondremos, tan alto que mirando el horizonte va parecer que sale la luna y ya nos iremos conformando hasta que salga para Bueu el sol de justicia y resplandezca en toda su integridad y vuelvan las cosas a su pristino (¿le gusta la frasecita?) estado y nos de Dios, siempre misericordioso, un alcalde, a lo García, entusiasta, trabajador, que plante árboles, haga aceras y caños de desagüe, construya fuentes, eche puntales y remiendos a la novísima consistorial y ame a su pueblo sobre todas las cosas. Amén.

Tal-Cual.